15/4/10

La falta de empatía del psicópata

"A los psicólogos que asistieron al interrogatorio de la menor les llamó la atención. La chica de 14 años apenas se inmutó, no mostró ni rastro de sentimiento de culpa. Asesinó, presuntamente, a otra chica. Le propinó múltiples golpes y le hizo una herida en la muñeca por la que se desangró. Permaneció callada varios días mientras la mitad de los vecinos del pueblo de Seseña (Toledo) buscaban a la desaparecida Cristina Martín. Cuando la descubrieron, confesó lo que había hecho sin arrepentimiento aparente. (...)

¿Qué se esconde detrás de esa aparente frialdad?... En la mayoría de los casos, según los expertos, se esconde una falta de empatía, la incapacidad de ponerse en el lugar del otro, lo que lleva al homicida a considerarlo un objeto en sus manos que ni siente ni padece.

En pocas ocasiones, este comportamiento es la señal de que nos encontramos ante un psicópata, un criminal de difícil o imposible reinserción que tiene una gran inteligencia, elevada capacidad de seducción y ausencia total de escrúpulos. En las demás ocasiones, lo que puede esconder la aparente frialdad es que el criminal actuó bajo los efectos del alcohol o de alguna droga. Eso le hará recordar con menor nitidez lo que ha hecho y, por lo tanto, tener una sensación de culpa menos acusada. (...)

"La capacidad de ponerte en el lugar de otro desde el punto de vista emocional, la empatía, es un mecanismo fundamental porque nos ayuda a relacionarnos socialmente", explica Alfredo Calcedo Barba, profesor titular de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid. A algunas personas les falla esa capacidad por diversos motivos, influyen tanto factores biológicos como psicológicos. Una de las claves para su desarrollo es cómo se vive la infancia, cómo se desarrollan los primeros años de vida. "La mayoría de los grandes criminales de la historia han tenido infancias difíciles, en las que sufrieron malos tratos o vivieron sus primeros años de manera catastrófica", según el especialista en Psicología.

Otra clave es una alteración cerebral concreta que impide a la persona empatizar con los demás, que le trastoca la escala de valores. "La falta de empatía, en sí misma no es un problema, no produce criminales, hay gente que no tiene remordimientos pero sí una educación férrea que evitará que pueda hacer algo grave fuera de la ley", señala Ignacio Fernández, profesor de la Clínica Universitaria de Psicología de la Complutense.

Es una carencia educacional, una anomalía cerebral o una mezcla de ambas cosas. Y, con el tiempo, puede ir a peor. Por eso los distintos expertos diferencian entre las psicopatías de los adultos y las actuaciones de los menores, con muchos más matices a tener en cuenta, tanto para explicar lo que han hecho como para condenarles por ello. "La consideración de una patología de la personalidad no se puede plantear antes de los 18 años, no se debe hablar de algo cerrado antes de la mayoría de edad", añade Enrique García Bernardo, el jefe del servicio de Psiquiatría del hospital Gregorio Marañón (Madrid) . (...)

Los niños desarrollan la empatía entre los seis y los 12 años, cuando están aprendiendo a vivir en sociedad. "En sus primeros años, no tienen conciencia de lo que está bien o mal, el niño por naturaleza es cruel, se deja llevar por sus instintos", añade García Bernardo.

Sus personalidades están en periodo de formación, son complejos. La psiquiatra Orlanda Varela, una profesional con amplia experiencia en el ámbito penitenciario, explica que precisamente por eso es tan importante analizar el grupo en el que se relaciona el adolescente como a la persona en sí. "En casos como el de Seseña, hablar del individuo sin hacer mención a las dinámicas de grupo sería como hablar de coches sin aludir primero a los motores", ejemplifica. Varela, que ha seguido por los medios de comunicación las primeras pistas del caso Seseña, subraya un aspecto que considera "impactante" en lo ocurrido en el pueblo de Toledo: la reacción del entorno de las dos chicas, que estudiaban en el mismo instituto aunque en cursos diferentes. "He oído declaraciones de otros chicos del municipio en las que normalizaban la violencia como vía de resolución de conflictos y autoafirmación". (...)

El día del sepelio, conocidos de Cristina Martín explicaban ante las cámaras de televisión que en el pueblo es normal quedar para pegarse y que fue lo que hicieron las dos chicas el día que murió Martín (...)

Pero, ¿qué ocurre cuando hablamos de adultos, de hombres o mujeres hechos y derechos que confiesan lo que han hecho con frialdad y distancia? ¿Se les puede corregir la falta de empatía? ¿Se puede curar a un psicópata? ¿Son menos responsables de sus actos? Parece que no, según los distintos especialistas. Un no rotundo para algunos expertos, un no con matices a juicio de otros." (El País, ed. Galicia, sociedad, 13/04/2010, p. 32/3)

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